jueves, 24 de noviembre de 2016

SÓLO SÉ QUE NO SÉ NADA


¿Qué es saber? Saber significa tener conocimiento o inteligencia sobre algo. ¿Pero, lo sabemos todo? Por supuesto que no. Como decía Newton “Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano” Quien diga saberlo todo no es más que un ignorante. Y esto nos lleva a preguntarnos ¿Qué es la ignorancia? La ignorancia es la falta de conocimientos en particular o de cultura en general, es no admitir nuestro desconocimiento y negarnos a aprender.
El conjunto de todo lo que vemos, oímos, sentimos, practicamos… permanece en nuestra memoria y somos conscientes de que ese conocimiento se encuentra ahí. Sin embargo, estamos rodeados de gente que se pasa toda su vida viendo sin ver, oyendo sin escuchar y hablando sin decir nada.
El saber no se hereda, lo adquirimos con el paso del tiempo, depende de las experiencias que tenemos, de las situaciones que vivimos y que se nos presentan a lo largo de nuestra vida. Pero también depende de nuestro entorno, por ejemplo, de las tradiciones y la cultura de la comunidad en la que vivimos. No obstante, una obsesión ciega ante un conjunto de creencias nos puede volver ignorantes ya que de esa forma despreciamos cualquier idea opuesta a lo que nosotros pensamos y creemos. 

Según la famosa frase de Sócrates, “Sólo sé que no sé nada.”, frase que se le atribuye pero que Platón, uno de sus discípulos, fue quien la plasmó en sus
obras. Defiende que todo el conocimiento procede de no saber nada. Con esa frase, quería expresar que las personas no tenemos la verdad absoluta, sino que
lo importante es querer aprender en todo momento, adquirir conocimientos nuevos de diferentes temas en cualquier instante. Sócrates no se mostraba como un sabio a los demás sino como una persona que reconocía que tenía millones de cosas que aprender de la gente y del mundo que lo rodeaba. Quería adquirir nuevas perspectivas sobre un tema específico debido a que un tema, tiene diversos puntos de vista, tantos como personas hablen de él. Por lo que, al querer
informarse y aprender sobre esos puntos de vista ampliaba su conocimiento hacia la materia. Al igual que Sócrates hay gente que defiende la misma idea, como Confucio, un pensador chino, que decía “Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber.” Que quiere decir que para llegar al verdadero saber, uno mismo tiene que ser consciente de lo que sabe y de lo que no sabe. O Benjamin Disraeli que decía “Darse cuenta de que se es ignorante es un gran paso hacia el saber.” Argumentando así que al darte cuenta de que no sabes algo y quieres aprenderlo avanzas hacia el saber.

Sin embargo, hay gente que prefiere no saber y ser ignorante. Debido a que en algunas ocasiones, la ignorancia da la felicidad, como decía William Shakespeare “En la amistad y en el amor se es más feliz con la ignorancia que con el saber.” Muchas veces, la verdad es cruel y la gente prefiere la ignorancia para así poder mantener la situación tal y como la conocían. Porque para cambiar algo, primero hay que afrontar la realidad.

Personalmente prefiero conocer la realidad aunque sea cruel que vivir en una completa ignorancia. Porque al saber la verdad aprendo experiencias nuevas, que al fin y al cabo es de lo que se trata. Los humanos aprendemos a base de errores, aunque erremos varias veces con la misma piedra. Deteniéndome a pensar en mis vivencias, me doy cuenta de que cuando más he aprendido ha sido cuando he afrontado la caída.
Por otro lado, opino que el ignorante lo es porque realmente quiere, ya que a lo largo de un día, veinticuatro largas horas, tenemos numerosas oportunidades para aprender cosas nuevas. Además, hoy en día disponemos de una suma asombrosa de medios para poder adquirir nuevos conocimientos. Nunca sabré de nada pero siempre intentaré conocer la mayor cantidad de cosas posibles.


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